Hace unos años, las autoridades sanitarias
francesas, a raíz del escándalo surgido en aquel país por
la contaminación con el virus del VIH de distintos derivados
de sueros, prohibieron cautelarmente el uso de cualquier
medicamento de origen humano. Esta prohibición incluía los
medicamentos homeopáticos y afectaba a los denominados
"nosodes".
Nuestros sabios políticos, en su preocupación por la salud
de los ciudadanos de este país (?), no quisieron ser menos y
prohibieron a los laboratorios franceses la comercialización
de esos mismos productos en España. Eso sí: olvidaron
prohibirlo también a los laboratorios de otras
nacionalidades, olvidaron comunicarlo a los médicos
prescriptores y olvidaron la palabra "cautelar" en
la prohibición. Y, claro, cuando nuestros vecinos levantaron
la suspensión cautelar, también olvidaron comunicarlo y
levantarla con la misma celeridad en nuestro país.
Poco después, nuestros vecinos de la Unidad Europea
comenzaron a tener casos de Encefalopatía Espongiforme
Bovina (EEB o Enfermedad de las Vacas Locas) y de la
Enfermedad de Creutzfeldt-Jakob (Encefalopatía Espogiforme
Humana, EEH) con lo que -además de regular el consumo de
carne de vaca- prohibieron el uso medicamentoso de cualquier
producto de origen bovino. De nuevo nuestros maravillosos
políticos, en su preocupación por la salud de todos los
españoles (?), hicieron suya la prohibición, incluyendo en
ella todas las cepas homeopáticas de origen bovino, por
ejemplo Lac defloratum (leche desnatada) y, por supuesto...
Lac caninum (leche de... ¡¡perra!!).
Cuando se trataba de legalizar el Medicamento Homeopático,
esos mismos diligentes políticos españoles, en su
preocupación por la salud de los ciudadanos de este país
(?), una de las pegas más importantes que ponían era
siempre su supuesta ineficacia, toda vez que -superado el
número de Avogadro- lo único que podía detectarse en el
análisis químico de los glóbulos homeopáticos era
excipiente, así que, concluían, su efecto sólo sería
Placebo.
¿En qué quedamos? Hay sustancia -y entenderíamos su miedo
a los priones- o es placebo -¿para qué prohibir su
comercialización?-.
No es de extrañar que, cumplidos todos los plazos de las
disposiciones transitorias de la Ley del Medicamento
Homeopático, nuestros queridos políticos, en su
preocupación por la salud de los ciudadanos de este país
(?), sigan teniendo los dossieres de los medicamentos
homeopáticos, de todos los laboratorios legales en España,
pendientes de aprobación y que los Médicos Homeópatas
tengamos que seguir prescribiendo medicamentos
"alegales".